# El día que puse el freno de mano

5 min read
Salud Mental Carrera IT AIOPS Desarrollo Profesional Crecimiento Personal Tecnología Reflexión
Table of Contents

Durante 14 años, mi carrera se sintió como una huida hacia adelante.

Si trabajas en tecnología, conoces la sensación. Es un ruido de fondo constante. Pestañeas y ha nacido un nuevo framework. Vas a por un café y tu lenguaje de programación principal se ha actualizado dos veces. Abres LinkedIn y todo el mundo parece estar certificado en tecnologías que tú apenas has tenido tiempo de leer en diagonal.

Durante más de una década, viví convencido de que mi rol era el de un apagafuegos. Pasaba de rama en rama, acumulando cursos, títulos y experiencias, pero sintiéndome obsoleto al instante. Cambiaba de empresa cada año y medio, no por ambición, sino por la sensación asfixiante de estancamiento o por el miedo a que descubrieran que, en el fondo, no sabía lo suficiente.

La maldición del porqué

Desde que empecé en IT, tuve un defecto que en realidad era una virtud disfrazada: quería aprenderlo TODO. Si mi tarea era A, y veía que mis superiores hacían B, C y D, yo necesitaba entender la lógica detrás de todo el abecedario. Odiaba el esto es así y punto.

Esa curiosidad insaciable, paradójicamente, me jugó en contra. En un mundo que premia la especialización rápida, yo me sentía disperso. Hice DAW, DAM, ASIX… picoteando de todo, sintiendo que no era experto en nada. Me veía a mí mismo como un generalista en un mundo de especialistas, un mindundi eterno.

Pero el punto de inflexión no llegó en un momento de fracaso, sino, curiosamente, rodeado de éxito ajeno.

El espejo distorsionado

Hubo una etapa en mi carrera donde aterricé en un equipo lleno de gente TOP. Personas con carreras de prestigio, con un talento técnico brutal. Yo me sentía pequeño. Me sentaba en mi silla pensando: En cualquier momento se darán cuenta de que no pertenezco a esta liga.

Sin embargo, ocurrió algo que no encajaba con mi narrativa interna: esa gente empezó a pedirme ayuda.

Me pedían opinión sobre arquitecturas, sobre códigos, sobre automatizaciones. Valoraban mi criterio. Yo pensaba: ¿Están locos? Si yo solo soy el que apaga los fuegos. Tardé mucho tiempo en entender que lo que yo veía como dispersión, ellos lo veían como versatilidad.

Ahí fue cuando me di cuenta de que llevaba 14 años viviendo en mi propia sombra. Y descubrí que no estaba solo.

Voces compartidas: No eres el único

Al empezar a compartir esto en comunidades y foros, me di cuenta de que el Síndrome del Impostor es la verdadera pandemia del sector IT. No importa si llevas dos días o veinte años.

Un compañero, Rubert, lo describió con una claridad dolorosa:

Muchas veces veo a otros que parecen dominar temas mucho más profundos y, sinceramente, a mí me cuesta horrores aprender. (…) Cuando me entra el síndrome del impostor, siempre trato de recordar cómo era yo hace dos o cuatro meses. (…) No existe un camino ‘correcto’ y el área es tan amplia que es normal no saberlo todo.

Rubert tenía razón. Nos comparamos con la foto final del éxito de otros, ignorando sus procesos.

Y luego está la historia de MeTaN01a, que me enseñó que la carrera tecnológica no es una línea recta. Él pasó de instalar Windows 95 con disquetes a abandonar la tecnología por completo, vivir de mochilero, enfrentarse al silencio y volver a empezar de cero a los 44 años:

El silencio me obligó a mirarme de frente. (…) A los 44 años me matriculé en Ingeniería en Ciberseguridad, volví a Kali, a los labs. (…) No importa lo que hayas vivido, la edad que tengas o cuántas veces hayas empezado de cero. Importa cuando decides volver al camino.

Leer estas historias me hizo ver que mi angustia no era una señal de incompetencia, sino una experiencia compartida.

Poner el freno de mano

Decidí que ya bastaba. Entendí que la ansiedad y la sensación de fraude no venían de la falta de conocimiento, sino de la falta de valoración propia.

Tomé decisiones radicales. Dejé de hacer horas extra para demostrar valía que ya tenía. Dejé de perseguir certificaciones solo para llenar huecos en mi ego. En su lugar, empecé a construir.

Creé una aplicación gratuita, pagada de mi bolsillo, para ayudar a otros con sus CVs y ofertas laborales. Lo hice sin esperar nada a cambio, solo por el placer de aportar valor. Y al hacerlo, me di cuenta de cuánto había crecido. Pasé de no saber resolver un CTF a crearlos. Pasé de sentirme un peón a convertirme en AIOPS Engineer.

La salida de la sombra

He dado un salto brutal en salud mental. No porque el trabajo sea más fácil, sino porque yo he cambiado mi relación con él.

¿Cuándo me entra el síndrome del impostor ahora? Todavía aparece. Pero ahora me río. Miro atrás, miro a mis compañeros, miro a la comunidad y todo lo que he conseguido.

Si estás leyendo esto y sientes que vas tarde, que te falta saberlo todo, o que eres un fraude: Para. Pon el freno de mano.

No necesitas aprender otro framework hoy. Necesitas mirar lo que eras hace seis meses y darte cuenta de que, sin que te dieras cuenta, ya has avanzado una montaña. No vivas más en la sombra. Yo decidí salir, y fue lo mejor que pude hacer en mi vida.

My avatar

Thanks for reading my blog post! Feel free to check out my other posts or contact me via the social links in the footer.


More Posts